Disclaimer, parte médico y anuncio de último momento

A ver. Antes de que sigan lloviendo los reclamos y las puteadas... (bah... "lloviendo"... "garuando", más bien... tampoco es que haya taaaanta gente que reclame), aclaremos un par de puntos.

El cuelgue anterior (no éste, sino el anterior a éste), fue porque estuve enfermo, como creo que ya lo dije.

Nada mortífero, pero lo suficientemente serio como para justificar una internación durante un par de días. No voy a entrar ahora en detalles específicos, pero antes de la mencionada internación anduve rebotando por distintos médicos (de distintas especialidades, claro), sin que ninguno diera pie con bola, pero -eso sí- todos me recetaron algo distinto, lo que no hizo más que agravar la situación, ya que lo que efectivamente tenía (finalmente) era un extremadamente raro (y serio) cuadro de alergia medicamentosa, que tiene nombre propio y compuesto, y su descubrimiento es relativamente nuevo. Se trata básicamente de una reacción alérgica a una combinación equis de medicamentos. No hubo un Dr. House para mí que diera en el clavo a tiempo, por lo que durante un tiempo me han sido recetados distintos antibióticos, antihistamínicos, antiinflamatorios, y anticonceptivos, lo que resultó como tratar de apagar un incendio con nafta, hasta que un medico que debía haberse recibido el día anterior dio con el diagnóstico con el diagnóstico preciso.

Les repito una advertencia que ya hice: si son altamente sugestionables, no miren House M.D.. Se los digo yo que hace unos meses era el protagonista de Californication con mi ropa negra, mi blog y mi Glenlivet, y unos meses después estaba adquiriendo enfermedades de nombres rarísimos, caminando con bastón y tomando opioides para manejar el dolor, como Dr. House.

Pero eso es otra historia. Ya hablaremos de eso en detalle, tal vez más adelante. Por ahora les digo que no miren House M.D. sin supervisión médica, o que mejor vean... No sé... Gasoleros, Son de Hierro, o sea la serie que estén dando en este momento en la tele (no estoy muy actualizado que digamos).

Lo que pasó es que este fin de semana -accidentalmente- tuve una recaída. Mucho menos grave porque yo mismo la reconocí a tiempo y pude controlar muchos de los síntomas por mí mismo.

Pero escribir con 39.8° de fiebre es como que mucho no me daba.

Igual, mañana tengo que ir al médico, y vamos a ver si me permiten gozar de libertad condicional o reclusión domiciliaria, o si me encanutan otra vez (sospecho que no, porque la vengo piloteando bastante bien).

Así que sepan disculpar las ausencias y promesas incumplidas, pero tuve mis motivos.

ULTIMO MOMENTO

Hace un par de horas, a las 10 de la noche del domingo, mientras estaba redactando este post, me tocan el timbre y se aparece -sin avisar- una amiga, en compañía de otra amiga -veterinaria, ella-.

"Caramba" -pensé mientras me acercaba a la puerta del edificio con la vista un poco disminuída como la tengo- "debo estar jodido en serio, porque mirá que me han visto médicos de toda clase, pero traerme un veterinar..."

Ahí fue cuando distinguí lo que traían en sus manos: unas bolsas y una caja plástica de esas con manija y agujeros, de esas que se usan para transportar...

Una gata.

Me trajeron de regalo una gata. De tres meses y medio.

Con todo el kit completo del usuario de gata: palanganita-baño, piedritas, alimento balanceado, platito, almohadita, mantita...

(Quienes hayan leído mi libro recordarán especialmente un capítulo, ¿no?)

Después de haberlas puteado en los tres idiomas que domino y un dos idiomas más que inventé para la ocasión, terminé reconociendo que me encantan los gatos, que durante gran parte de mi vida llegué a tener hasta tres gatos simultáneamente, y que bueno... tal vez... sí, podría ser que hubiera estado contemplando la posibilidad de adoptar un felino en el mediano plazo, pero de ahí a que me enchufen en un mamífero sin avisar, un domingo a las 10 de la noche, en medio de una recaíd...

-Te va a hacer muy bien- me dijeron. Me dieron un beso cada una y se fueron lo más campantes.

Durante un rato estuvimos conociéndonos con mi... nueva... gata. Primero me tuvo una cierta desconfianza. Después se dedicó a olisquear y reconocer hasta el último rincón de mi dos ambientes. Hasta tuvo la delicadeza de señalarme la presencia de un pedazo de pato laqueado que hube de comprar en el barrio chino el miércoles pasado y que se había escabullido bajo el sofá (el pedazo, no el pato entero, claro). Después se echó un meíto en su bañito, como dándome a entender que no me iba a provocar inconvenientes en ese sentido.

Una hora y media después, duerme como una santa enrollada sobre mis piernas, mientras estoy escribiendo esta misma línea.

Ni tiempo para ponerle nombre tuve.

Es muy linda.

En fin...

La seguimos mañana

Que tengan buenas noches.