RELIGULOUS

Hablando de películas, en mi post anterior omití mencionar una. No es que me haya olvidado; sucede que estaba hablando sólo de las candidatas al Oscar, y ésta no lo es. Pero yo ya la había visto dos veces, el atento lector Moonport la mencionó en un comment, y se trata de una película que seguramente irá derechito al DVD sin mucho espamento, así que es posible que algún despistado se la pierda. Y sería una lástima.

Estamos hablando del documental Religulous, protagonizado (“conducido”, más bien) y escrito por el stand-up comedian Bill Maher y dirigido por Larry Charles (Borat, Curb Your Enthusiasm y guionista de 18 capítulos de Seinfeld).

Yo no sé para qué sigo escribiendo si ya dije “Curb your Enthusiasm” y “guionista de 18 capítulos de Seinfeld”, lo que debería bastar para que dejen de leer este blog y corran a buscar Religulous en Amazon guiño guiño, pero vamos a escribir un poco más porque después a uno lo acusan de vago.

Aclaremos de entrada que éste no es un documental del estilo de la BBC, sino que es uno de esos documentales provocadores del estilo Michael Moore. Es decir, no pretende ser un documental sobre las distintas religiones del mundo, sino que –muy honestamente- ya te lo dicen desde el título: “Vean, nos vamos a cagar un poco de risa burlándonos de los aspectos más pelotudos de muchas religiones del mundo”. Y aclaro esto para que nadie salte diciendo: “Eh, pero es tendencioso”. Sí, ¿y qué? “Eh, pero sólo muestran las partes más pelotudas de mi religión”. Sí, ¿y qué? “Eh, pero entrevistan a los exponentes menos presentables de mi religión”. Sí, ¿y qué?

Durante un poco más de una hora y media, el comediante Bill Maher viaja por Estados Unidos, el Vaticano, Amsterdam e Israel, entrevistando a distintos personajes de lo más graciosos: curas, pastores evangelistas, rabinos, musulmanes, un tipo que hace de Jesús en un parque temático tipo “Tierra Santa”, al director de un parque temático creacionista que afirma que el planeta tiene algo más de 5000 años de existencia, un senador demócrata y un sujeto de lo más gracioso llamado José Luis de Jesús Miranda, que dice ser Jesús.

Claro que es una masacre, una carnicería humana. Claro que es fácil, siendo comediante de stand-up y guionista de Seinfeld burlarte de un portorriqueño regordete que dice ser Jesús mientras le transpira profusamente el labio superior. Claro que es fácil poner en ridículo a los reverendos que venden DVDs, el manto sagrado de la nosequé, la espada flamígera de nosecuánto y usan cadenas de oro y trajes de dos mil dólares, mientras estos dicen que “nuuuuu, pero Jesús nunca dijo nada en contra de ser rico… ¡Naquever! ¡Si cuando nació le regalaron oro! ¡Y además se vestía con túnicas de lino!”

Pero pese a lo antideportivo de la cosa (a veces, realmente da la sensación de estar viendo a gente grande defendiendo la existencia de Papá Noel o del Ratón Pérez), el resultado es sumamente interesante.

Porque todavía hay gente grande que cree en un universo creado hace cinco mil y pico de años, en la víbora parlanchina, en el tipo invisible que le dictó diez mandamientos a un viejo en una montaña, en un tipo que nació de una virgen un 25 de diciembre, como tantos otros muchos enviados por otros muchos dioses, y que también nacieron un 25 de diciembre de una madre virgen.

Y esa gente opina sobre e influye en cuestiones mucho, muchísimo más relevantes que la víbora parlanchina; cuestiones como el aborto, la eutanasia, la educación de los más chicos, la política o la economía.

Y esos son debates para gente grande. Para gente que piensa un poco. Para gente racional. Así que, si vas a debatir esos temas, te pido por favor que cuando te sientes a la mesa ni se te ocurra mencionar a la víbora parlanchina o al tipo invisible que mandó a su hijo en una misión suicida.

Ya estamos grandes, señores. Y se está haciendo tarde para algunas cosas.

Como bien dice Bill Maher al final de esta película: “Se está haciendo tarde como para darnos el lujo de permitirles tomar las decisiones clave a la gente religiosa, a los irracionales, a aquellos que dirigen el barco del estado no con una brújula, sino por el equivalente del andar interpretando las tripas de una gallina.”