UNA MÁS Y NO JODEMOS MÁS

Esperen. No me digan nada. Aguanten un cachito.

Ya sé que ya los debo tener hasta las narices con este –aparentemente- repentino ataque de optimismo post-choreo, viva la vida, viva el amor, hermano querido cuánto te quiero… hic… y con eso de que si me merezco o no tanto cariño por parte de ustedes, y también sé que los más flamígeros de los blogoespectadores están esperando ansiosos que nos dejemos de joder ya con tanto combustible espiritual y volvamos a los posts en los que hablamos mal de mi cuñada o matamos lauchas con aires acondicionados.

Pero está terminando una de las semanas más movilizadoras de mi vida y todavía siento que me falta decir algo más.

Honestamente, no estaba seguro de querer decir lo que voy a decir ahora. Mal entendido (no por mal leído, sino seguramente por mal escrito) lo que yo voy a decir puede sonar pedante, y saben Dios y quienes me conocen que la pedantería no se cuenta entre mis defectos más evidentes. O que si aparece de tanto en tanto, es combatida con antibióticos y con laboriosos ejercicios de humildad y ubicación¹.

Pero ayer tuve mi sesión de terapia² y me encontré diciendo todo esto que voy a decir ahora, palabra por palabra, como si fuera una desgrabación de la sesión de ayer. Mi terapeuta me lee el coso y si llegare yo a modificar una sola coma con respecto a lo que dije ayer, la autorizo formalmente a romper el secreto profesional y a mandarme en cana en público, si ella quiere y si le parece apropiado.

Estaba yo contándole a mi terapeuta algunas cosas que me pasaron en la última semana; básicamente relacionadas con mi post Gracias por el robo y la respuesta por parte de ustedes (pública y privada), y le dije que a los 36 años me di cuenta de una cosa no poco importante.

Yo vivo de esto.

De “esto”. De escribir. De lo escribo acá en este coso, de lo que escribí en Sex Humor y en Humor hace van a hacer ya 20 años. De un librito que publiqué hace 14.

Y no es que viva de esto en el sentido de que me mantenga económicamente . No veo un solo peso por el blog ni por el libro.

Vivo de esto, en el sentido de VIVIR. De que muchas de las mejores cosas que me han pasado y que me pasan en mi vida se han debido a, han venido gracias a, o han sido provocadas por lo que alguna vez escribí en la Sex, en la Humor, en el Rompiendo Huevos, o acá en este coso.

De esto me di cuenta hace unos poquísimos días. Pero que me di cuenta, me di cuenta. Y me di cuenta de una forma cabal y tremenda.

Siempre relegué el escribir al último lugar de una agenda que ni siquiera tengo; de una inexistente lista de prioridades. Como algo accesorio. Me daba paja escribir. Me daba vergüenza escribir. Me daba timidez escribir. Cualquier excusa era buena para no escribir: mucho laburo (del otro, del que nos da de comer), una muerte en la familia, una enfermedad, una cena con los pibes, no se me ocurre nada gracioso, estoy cansado, me engripé, me enganché con el último capítulo de House M.D.…

Y me parece que está mal, eso. Me parece que está mal…

Me parece que está mal hacerse el pelotudo cuando uno recibe –en una sola semana- más muestras de cariño de las que una persona cualquiera recibe en toda una vida. Cuando uno –sin haber hecho en su puta vida el más mínimo self-marketing- sabe que existe un blog EN HONOR A UNO, cuando abren un grupo de Facebook con el nombre de uno, cuando a uno lo invitan a Puerto Madryn, cuando a uno lo invitan a tomar la leche y ver un capítulo de House M.D. porque lo perciben triste, cuando a uno le regalan una canción, cuando uno dice “gracias” y a uno le responden “no, graciavó” o “usted se lo merece”.

Cuando uno recibe –insisto, en una misma semana- un mail que dice:

“Alla por el 94 cuanto tenía apenas 17 años pedí para Navidad un libro de un flaco que escribía en la Sex Humor. Mi mamá no me entendió pero igual me lo compró, aunque le costó conseguirlo acá en *****. Ese libro se llamaba Rompiendo Huevos. Hoy buscando algo en Internet me choqué con vos.”

O este otro mail que dice:

“Hola, Sr. Lacanna. Le escribía nada más que para comentarle que fue un verdadero placer reencontrarlo... No es que lo conociera, no personalmente desde luego, pero había leído sus notas y su libro, gracias a la recomendación de mi hermana mayor, y luego tristemente le habíamos perdido el rastro, a usted, y a su libro, que fue prestado y nunca devuelto.”

O este otro:

“Tan sólo quiero que sepas que tu libro llegó a mis manos accidentalmente hace varios años, en el momento más doloroso de la historia de mi vida. Cuando me sorprendió el estallido de una de mis carcajadas mientras te leía, decidí que iba a leer sólo un capítulo diario ya que no quería terminar tan pronto con eso que me había hecho tanto bien.”

O cuando a uno le dicen: “a mí me parece que todas las minas que leen tu blog te quieren voltear, y que todos los tipos quieren ser tus amigos”.

Y yo digo esto, no con una sonrisita canchera en los labios, sino –y acá tengo a mi psicóloga que no me deja mentir- con los ojos llenos de lágrimas y los pelos de punta.

Y antes de que empiecen a silbar, hartos de este discurso sentimental y demagogo, preguntándose si me pegó mal el moscato y pidiendo por más anécdotas sobre lauchas procesadas, déjenme decirles a santo de qué viene todo esto.

Esto viene a cuento de dos cosas:

En primer lugar, quería decirles que yo sinceramente creo en eso del agradecimiento. Y en el devolver un poco. A mi vida le sobran motivos por los cuales yo debo estar agradecido. Mencionar esos motivos sería guarango. Pero ignorarlos sería de canallas. Ya empecé a decir gracias la vez pasada. Ahora sólo quiero agregar que voy a tratar de devolver un poco de tanto.

Voy a tratar de escribir más, si es que eso a alguien le hace feliz. Y voy a tratar de escribir mejor, si es que puedo. Creo que sí. Vamos a ver qué hacemos. Tal vez surja algo piola.

Pero no porque me paguen por esto.

Sino, simplemente, porque VIVO de esto.

Y en segundo lugar, quería dar un cierre esta semanita tan gratificante y tan alborotadora de egos. Esta noche tengo la reunión de ex compañeros de mi escuela primaria, a quienes no veo desde hace más de 20 años.

Y estoy incómodo.

Ustedes vieron cómo son esas reuniones. Todos se preguntan entre sí qué ha sido de sus vidas y a qué se dedican.

Yo voy a tener que hacerme el boludo, e inventar algo para la ocasión (“destapo cloacas sin guantes”, por ejemplo). No puedo decir la verdad porque me van a dormir de un castañazo a la segunda pregunta.

Casi puedo imaginarme el diálogo que NO debo tener… (Nota mental: borrar esto de mi mente, ya).

-¿Y vos, Lacanna? ¿Qué fue de tu vida?
-Bueno, nada… Qué sé yo… Escribí algunas pelotudeces en unas revistas, tuve como jefes a Héctor García Blanco, a Tomás Sanz y a Dolina, publiqué un libro y ahora tengo un blog, hay un blog de gente que me quiere y un grupo de Facebook con mi nombre...
-¿Y qué onda? ¿Qué se siente?
-How does it feel? Like a complete unknown…
-¿...?
-Like a Rolling Stone.

Muchas gracias.



MENSAJES RECIBIDOS

Mi bebé de Haití dijo: "Pero no es que tenia un celular viejito y no pensaba actualizar y blah, blah, blah? Y ahora sale posteando desde el Iphone... en fin, versero!"
R.: No es un iPhone.

Caro dijo: "Dudo que sea un iphone, apuesto por un itouch."
R.: iPod Touch. Todas las ventajas del iPhone más la insuperable ventaja de que a uno no lo incordian llamándolo.

El Bruche dijo: "¿Asado a mitá de semana? Usté es un bacán, Lacanna."
R.: ¿Qué tiene de bacán? Es carne, carbón y vino. Bueno, sí, y un Glenlivet, pero...

Fender Gebiet dijo: "Ley de Kerensky: Given enough time every new technology will be accordingly adapted to watch naked girls. Es sólo cuestión de tiempo."
R.: ¿Cómo es eso? Me interesa, me interesa.

Renegado dijo: "Aaay ellll! Se saca fotos y las sube para que las lectoras se babeen ayayaay. Ahora Lacanna es flogger!!"
R.: Uf, sí. Me descubriste.

María dijo: "Lacanna, si va a mentir, mienta bien! la palabra ASÍ tiene acento, no joda!"
R.: El artilugio tiene corrector automático. La palabra "así" te la acentúa solito. "Cague" no, porque no sabe si es "cague" o "cagué". Eso lo sabe cualquiera que haya usado un procesador de textos en los últimos 15 años. De todas formas mi amigo Txema ya me explicó cómo poner los acentos.

María dijo: "Con respecto a las acusaciones, señor renegado... le puedo pedir que no bardee?"
R.: Eso.

Baterflai dijo: "Uh, le chorearon de nuevo el fifidubio antes de que terminara de postear. Cheeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!"
R.: Uy, Baterflai me está commentando seguidito. Me voy a peinar y vuelvo.

Caro dijo: "i-touch elBruche, i-touch"
R.: iPod Touch. iPod Touch. ¿Es tan difícil?

Vix dijo: "Lo que yo me pregunto es...¿en el colectivo había zona wi fi? fah..."
R.: No se haga la viva. Una de las maravillas del chirimbolo éste es que en cuanto pasás por un wifi abierto se te conecta solito y te manda y recibe los mails.

El vecino de arriba dijo: "Shhh... Basta de cotorreo che! Que acá hay gente tratando de dormir..."
R.: Ups. Llega a ser en serio y me suicido con premeditación y alevosía. Y puede ser él, porque anoche mi vecino de arriba tuvo un hijo. Por las dudas, felicidades. Y perdón por todo.


RECOMENDACIÓN SERIAL

Ayer me vi el primer capítulo de Lie To Me, nueva serie de Fox y disponible en su tienda online amiga, guiño guiño. Promete. Es medio onda House M.D. pero el tipo (Tim Roth, pedazo de actor) es un psicólogo que reconoce engaños, mentiras y embustes gracias a su habilidad de leer gestos, muecas y lenguaje corporal. No sé cuánto puede durar. Se me hace que al quinto capítulo ya me torra, pero el piloto está buenazo. Atenti. (NOTA: Cuando la vean, fíjense en que el pendejo, en una escena con Tim Roth, actúa EXACTAMENTE IGUAL que Tim Roth en Reservoir Dogs).

Bueno, ahora sí, chau.

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¹ Los ejercicios de humidad son verdaderos. Un día hablaremos de ellos. Básicamente consisten en esto: si uno recibe muchos elogios por algo gracioso que escribió y empieza a pensar que a lo mejor la escena del hijo-con-madre-viuda-en-spa-de-hotel quedó realmente cómica, rápidamente uno tiene que ir y leer a Dave Barry o a Podeti. Y si uno terminó un textito que en seguida merece el adjetivo de –cito textualmente- “emocionador”, hay que ir corriendo a leer cualquier cosa escrita por Dolina o por Scott Adams; enseguida uno vuelve a sentirse el confortablemente pelotudo que uno en realidad es. Recomiéndase este ejercicio a más de un bloguero insufrible que anda por ahí.

² Sí, tengo problemitas. ¿Y qué?