Una de aventuras

El fin de semana pasado, echado en una reposera junto a una pileta de agua caliente leyendo una revista, encontré un artículo que me pareció interesante (bueno, sí; ya sé… cuando uno se pasa tres días encerrado en un spa, intentando comprobar a qué temperatura se hierve un huevo, y encima en compañía de la madre de uno, casi cualquier artículo parece interesante, pero déjenme seguir).

Resulta que en el año 2004, el actor Ewan McGregor (Trainspotting, las tres últimas –o las tres primeras, como prefieran- Guerra de las Galaxias) y un amigo, tuvieron la idea de hacerse un viajecito. Pero no cualquier viajecito. Los dos muchachos se subieron a sendas motos y se fueron desde Londres hasta Nueva York. Como el trayecto más corto resultaba complicado para ir en moto por culpa del Océano Atlántico ahí en el medio, optaron por el camino más largo, y así recorrieron 31.000 kilómetros: de Londres a Francia por el túnel del Canal de la Mancha, Bélgica, Alemania, República Checa, Eslovaquia, Ucrania, Rusia, Kazajistán, Mongolia, entraron a Estados Unidos por Alaska, atravesaron Canadá, y cruzaron Estados Unidos hasta llegar a Nueva York, 31.000 kilómetros y 3 meses y medio después. ¡En moto! Llevaban cámaras portátiles, camaritas instaladas en los cascos, y los seguía de cerca una 4x4 con un par de tipos de apoyo técnico: un médico, un mecánico y otro camarógrafo.

El material filmado fue prolijamente editado y musicalizado y fue emitido por la BBC bajo el nombre de The Long Way Round, en siete capítulos, con bastante éxito.

Un par de años después (cuando se les volvió a formar la raya del culo, supongo yo) los dos amigotes decidieron repetir la experiencia, pero esta vez decidieron ir hacia abajo. En las mismas condiciones (dos motos, una pequeña tripulación de apoyo, y el culo anestesiado con morfina –esto último también es una suposición mía- enfilaron para el lado de África. Fueron 85 días, más de 24.000 kilómetros y atravesaron 18 países: Escocia, Inglaterra, Francia, Italia, Túnez, Libia, Egipto, Sudán, Etiopía, Kenia, Uganda, Ruanda, Tanzania, Malawi, Zambia, Namibia, Botswana, y Sudáfrica, donde terminaron en Ciudad del Cabo, con una linda foto justo en el punto donde el Oceáno Atlántico se transforma en el Océano Índico, y que si tengo tiempo escaneo y pongo como ilustración del post.

Este nuevo viajecito también se televisó por la BBC con el nombre The Long Way Down, en seis capítulos.

Y en el artículo decía que ambos documentales-miniseries se habían editado en DVD, y que los dos pibes habían escrito un libro sobre cada uno de los dos viajes.

“Esto podría llegar a interesarme”, pensé yo, mientras continuaba la lectura del artículo en el baño turco, con lo que dejé la revista hecha una porquería. "Me lo podría comprar en Amazon."

El lunes, apenas llegué a mi casa y tuve acceso a mi computadora, me puse a baj… Bueno, me encargué las dos miniseries (bueno, no son miniseries; son documentales) en Amazon. Como tengo un trato preferencial con esta tienda online, me brindan un servicio de entrega casi instantáneo, así que esa misma noche estaba disfrutando de los primeros dos capítulos de The Long Way Down (sí, me llegó primero el segundo viaje, el de África, antes que el primer viaje a través de Europa, Asia y América, pero con lo bien que se portan los muchachos de Amazon no es cosa de andar quejándose; de todas formas hoy ya me llegó el otro envío).

Ayer me vi otros dos capítulos, y cuando todavía me tengo para ver los últimos dos episodios de The Long Way Down y todo The Long Way Round completo, ya estoy en condiciones de hacer una recomendación.

Garpa.

Está buenísima. Es como una película de aventuras, pero de veritas. Tiene el realismo que no tiene una película, y tiene la onda que no tiene un documental del National Geographic. Los dos pibes son bastante simpáticos, joden entre ellos, se maravillan de las mismas cosas (y al mismo tiempo) que el espectador que está mirando la serie sentado en un futón con una gata sobre las piernas, y una copa de vino en el apoyabrazos.

El laburo de edición es extraordinario. No sé cómo carajo hizo el editor para condensar tres meses de viaje (tres meses en los que están continuamente viajando y en los que en todo momento está pasando algo) en 6 capítulos de una hora cada uno. Parece imposible, pero lo logra.

La musicalización es de la hostia. A mí me gusta bastante la música africana, y la banda de sonido de dos CDs es espectacular (también me las compré en Amazon; las dos: la de The Long Way Round y la de The Long Way Down.

Hay dos escenas extraordinarias. Una, cuando después de no sé cuántos días, no sé cuántos kilómetros y no sé cuántos calambres de culo llegan a las pirámides de Egipto. Les puedo asegurar que el espectador siente la misma emoción, el mismo cansancio, la misma admiración, la misma alegría, que los dos viajeros. La otra (esta es un poco nerd): cuando en Túnez van a visitar el set original donde se filmó la primera Star Wars (la primera primera, la de 1977). El set (la casa de Luke Skywalker, la cantina de los monstruos) se mantiene intacto desde entonces, como atracción turística, y está lleno de fans sacándose fotos en la puerta de la casa de Luke y posando junto a R2D2. Es muy gracioso cómo el amigo de Ewan McGregor se caga de risa porque nadie, pero NADIE reconoce al actor que fue protagonista de tres de las seis películas de la saga. Ewan McGregor se saca una foto junto a un póster the Episode I: The Phantom Menace, con su cara impresa en primer plano delante de docenas de turistas, y nadie se da cuenta de que es él mismo.

Los paisajes son impresionantes, los pibes conocen gente interesantísima (nativos y otros viajeros), tienen problemas, se les empantanan las motos, se les vuela la carpa a la mierda… en fin…

Vale la pena. Me interesó tanto que también me encargué los dos libros en Amazon, pero estos van a tardar en llegar como 20 días (porque los encargué en serio).

Nada más. Si quieren ver un documental con onda, o una serie de aventuras con realismo, ya lo saben: The Long Way Round y The Long Way Down.

ADVERTENCIA: Este coso no se responsabiliza por el accionar irresponsable de la gente que ve algo en televisión y después le pega mal, como un boludo que yo conozco que se pasó de rosca con House y terminó internado, siendo objeto de un diagnóstico diferencial. Puede darse, en el caso de estos dos documentales que acabo de recomendar, un efecto secundario o reacción adversa consistente en empezar a sentir como unas ganitas de hacerse un viajecito en moto, no digo yo al África, pero digamos a Córdoba, pese a que uno no sólo no tiene moto, sino que no se subió a una moto en la reputísima vida de dios, que la última vez que se subió a una bicicleta se cayó mal, y que no sólo es incapaz de leer un mapa, sino que carece por completo de sentido de la orientación y se ha perdido no pocas veces a pocas cuadras de su casa. Ante cualquier duda, consulte a su psicólogo.

Buenas noches.