Mi relación con cada nueva moda tecnológica podría describirse como de dos etapas.
Primero experimento una etapa de resistencia (“bah, eso no es para mí”, “muy complicado”, “la verdad, no lo usaría nunca”, o “no voy a ponerme a aprender a usar eso a esta altura del campeonato”).
Ejemplo 1: acepté ver qué onda con el sistemita ese del torrent recién hace dos meses, después de haberme pasado años diciendo que ni en pedo pensaba invertir tiempo y recursos para bajarme un emepetrés.
Ejemplo 2: nunca me interesó tener una notebook. Siempre me pareció algo snob, caro al pedo y poco práctico.
La segunda etapa podríamos llamarla “de fanatismo”. Una vez que me engancho con algo, me fanatizo.
Ejemplo: Hoy tengo una computadora dedicada exclusivamente al torrent, ya compré dos rígidos nuevos, y me levanto de la cama en la mitad de la noche para ver si ya terminó de bajar la segunda temporada de MASH, la novena de Seinfeld y el DVD de Amy Winehouse.
“Vos lo que necesitás es una notebook”, me decía todo el mundo al saber que trabajo solo y en mi casa, y que a esta altura del uaifai bien podría estar trabajando en el Pérsicco de acá enfrente, en el shopping de la otra cuadra, o en el Village Cinema de acá nomás, y no en este rincón mal iluminado de mi casa.
Pero eso era en la etapa de resistencia. Ahora estamos en la fase fanática.
Entré a un negocio haciéndome el desinteresado, murmurando: “hmm… sí, buenas tardes… quería ver unas notebooks…”, y salí con una Sony Vaio, una mochila Case Logic para transportar la notebook, mousito óptico con cable retráctil, auriculares con microfonito, pendrive de 2 GB (¿para qué? ¡ni idea!), tarjetita de memoria SD de 1GB (pese a no tener ningún otro dispositivo que use esta tarjeta, excepto mi notebook, así que también medio al pedo), router Linksys uaifai (al requetepedísimo; ¿para qué quiero tener uaifai en mi departamento, si no hay ningún rincón al que el cable del cablemodem no llegue?)…
Ahora ando requetecalentito con la lucecita USB y un minihub USB.
Y ni qué hablar del minilanzador de misiles, y la heladerita USB… No entiendo cómo puedo vivir sin eso.
Lo patético es que todavía no saqué la notebook de mi casa, y la uso en el mismo escritorio, al lado de la otra computadora, y a 50 centímetros del router Linksys. A 50 centímetros pero uaifai, eso sí.
Primero experimento una etapa de resistencia (“bah, eso no es para mí”, “muy complicado”, “la verdad, no lo usaría nunca”, o “no voy a ponerme a aprender a usar eso a esta altura del campeonato”).
Ejemplo 1: acepté ver qué onda con el sistemita ese del torrent recién hace dos meses, después de haberme pasado años diciendo que ni en pedo pensaba invertir tiempo y recursos para bajarme un emepetrés.
Ejemplo 2: nunca me interesó tener una notebook. Siempre me pareció algo snob, caro al pedo y poco práctico.
La segunda etapa podríamos llamarla “de fanatismo”. Una vez que me engancho con algo, me fanatizo.
Ejemplo: Hoy tengo una computadora dedicada exclusivamente al torrent, ya compré dos rígidos nuevos, y me levanto de la cama en la mitad de la noche para ver si ya terminó de bajar la segunda temporada de MASH, la novena de Seinfeld y el DVD de Amy Winehouse.
“Vos lo que necesitás es una notebook”, me decía todo el mundo al saber que trabajo solo y en mi casa, y que a esta altura del uaifai bien podría estar trabajando en el Pérsicco de acá enfrente, en el shopping de la otra cuadra, o en el Village Cinema de acá nomás, y no en este rincón mal iluminado de mi casa.
Pero eso era en la etapa de resistencia. Ahora estamos en la fase fanática.
Entré a un negocio haciéndome el desinteresado, murmurando: “hmm… sí, buenas tardes… quería ver unas notebooks…”, y salí con una Sony Vaio, una mochila Case Logic para transportar la notebook, mousito óptico con cable retráctil, auriculares con microfonito, pendrive de 2 GB (¿para qué? ¡ni idea!), tarjetita de memoria SD de 1GB (pese a no tener ningún otro dispositivo que use esta tarjeta, excepto mi notebook, así que también medio al pedo), router Linksys uaifai (al requetepedísimo; ¿para qué quiero tener uaifai en mi departamento, si no hay ningún rincón al que el cable del cablemodem no llegue?)…
Ahora ando requetecalentito con la lucecita USB y un minihub USB.
Y ni qué hablar del minilanzador de misiles, y la heladerita USB… No entiendo cómo puedo vivir sin eso.
Lo patético es que todavía no saqué la notebook de mi casa, y la uso en el mismo escritorio, al lado de la otra computadora, y a 50 centímetros del router Linksys. A 50 centímetros pero uaifai, eso sí.
4 comentarios:
http://www.youtube.com/watch?v=2_n1Cbi7oMQ
Saludos Lacanna
Aaaaaaah ¡Sos la Carrie Bradshaw de Blogger! con un par de zapatos de taco menos, claro.
Volviste, quién lo diria. Y yo que no me depilé las piernas...
Volviste!!!!
Y ya te empiezo a bardear: estas haciendo apología a las descargas ilegales? jajajajajaja
Lacanna... yo que pensé que nunca más en la vida iba a leer algo más de vos
Saludos y te sigo leyendo
Lacanna, Lacanna!!!
Marcelo, queterecontra (con todo respeto) te puse en links muertos y volvés a escribir! Sos el segundo al que le hago eso y vuelve a escribir!
Gracias x volver!
Al margen...un amigo mío hace lo mismo que vos y cuando entra a un negocio, se funde la tarjeta de todo lo que compra.
Publicar un comentario