Un equipo de hombres que se quieren es invencible.
Alejandro Dolina, "Apuntes del fútbol en Flores", Crónicas del Ángel Gris.
En el año 1984, mi hermano Claudio (siete años y en segundo grado) regresó un día de la escuela anunciando que se había anotado en un torneo de baby-fútbol que se iba a llevar a cabo en nuestro colegio.
La noticia nos tomó por sorpresa a mi padre, a mi madre y a mí, especialmente por cuanto en la familia ignorábamos casi por completo el significado de la palabra “fútbol”. Teníamos, sí, la vaga noción de que se trataba de un deporte, pero no estábamos en condiciones de identificar exactamente cuál era.
Claudio se anotó en uno de los equipos, llamado “Popeye”. Otros equipos se llamaban “Mickey”, “Dumbo”, y cosas así; era un torneo para chicos de segundo grado y supongo que ponerse nombres como Ajax o Manchester United podría haber significado una presión adicional, pedagógicamente impropia para niños de tan corta edad.
El primer partido lo ganó Popeye por 11 a 0. Los once goles fueron de mi hermano.
Otro partido (la memoria puede engañarme) terminó con doce goles de Popeye, pero no recuerdo exactamente la influencia de los goles de mi hermano en ese marcador. Decir que estoy casi seguro de que fueron los doce sería una exageración. Hasta ahí nomás, pero una exageración al fin.
Partido chivo fue la final contra los Dumbo. Ahí había muy buenos jugadores. La cantidad de goles fue notablemente menor, y la diferencia en el marcador final muy ajustada. Pero Popeye ganó y se alzó con el campeonato.
Desde entonces, mi hermano nunca dejó de jugar al fútbol. Siguió haciéndolo en clubes de barrio como Gimnasia y Esgrima de Vélez Sarsfield, el Club Mitre de la calle Segurola, Ciencia y Labor, Argentinos Juniors, en el club del banco en el que trabajaba mi papá… Nunca, repito, dejó de jugar. El año pasado, al despertarse de la anestesia después de una operación en la cadera, lo primero que preguntó –en esa borrachera postoperatoria que hace preguntar diez veces las mismas cosas– fue cuándo iba a poder volver a jugar.
También desde entonces, nunca cambió su barra de amigos de esa época. Ex Popeyes y ex Dumbos se cuentan entre su núcleo de amigos más queridos, a los que ve todas las semanas. Yo no conservo ningún amigo de la escuela primaria, y sólo puedo contar a dos o tres de la secundaria, y hasta ahí nomás. Mi hermano, no. Puedo nombrar no menos de una docena de chicos, hoy señores de 35, 36 años, que conforman la barra de amigos de mi hermano. Chicos a los que veo periódicamente desde 1984, y con los que mi hermano cena semanalmente, van juntos a la cancha, se van de vacaciones todos los años y han viajado juntos por el mundo.
Y, fundamentalmente, esos chicos (padres de familia, Licenciados en Marketing, gerentes de bancos, empresarios), han seguido jugando al fútbol en cuanta ocasión han encontrado: picados informales, desafíos playeros, torneos de fútbol de barrio…
Esos mismos chicos, lo resumo y lo destaco, vienen jugando al fútbol juntos desde 1984. Desde hace 28 años.
Ayer a la noche tenía que hacer algo con mi hermano Claudio, y me propuso que antes lo acompañara a un partido, de un torneo de papi que se viene celebrando –justamente- en el mismo colegio Santa Rita en el que hiciéramos la escuela primaria. La idea no me desagradó: hacía muchísimo que no pisaba el colegio y hacía muchísimo que no lo veía a mi hermano jugar al fútbol.
Así que allí fuimos. Como el torneo es exclusivamente para ex alumnos del colegio, me rencontré con compañeros míos, hermanos mayores y menores de compañeros míos, preceptores, y me rencontré también con la barra de amigos de mi hermano. El equipo de mi hermano estaba, precisamente, conformado por estos mismos chicos de los que vengo hablando, mayoritariamente ex Dumbos y ex Popeyes.
Algunos canosos, algunos con prominente pancita, algunos acompañados por sus hijos, el equipo de mi hermano se fue reuniendo, saludándose en silencio como quienes se vieron ayer y anteayer. Se cambiaron, se vendaron las patas, se calzaron las zapatillas y entraron a la canchita a enfrentar al otro equipo, también conformado por ex alumnos, pero de otros cursos, otras edades y –evidentísimamente- otro grado de amistad entre ellos.
¿Saben cómo se le gana a un equipo de amigos que vienen jugando juntos desde hace 28 años?
Pues no se puede. Es imposible. Es como enfrentar a los Avengers con una gomera.
¿Saben cómo juega un equipo de amigos que vienen jugando juntos desde hace 28 años? No creo que pueda explicarlo bien, pero es más o menos así: haciendo magia. Uno no tiene que mirarse (eso sería hacer trampa), uno no tiene que proponer jugadas o pedir la pelota haciendo gestos grandilocuentes (eso también sería antideportivo), uno ni siquiera tiene que fijarse si un compañero va a estar allí cuando llegue el pase: ya lo sabe.
Cuando el partido iba 6 a 0 (algo así como a los diez minutos), los jugadores del equipo contrario empezaron a ponerse nerviosos. Se gritaban entre ellos, se puteaban, empezaron a pegar fuerte.
El equipo de mi hermano no festejaba los goles. Apenas sí se miraban entre ellos, como diciendo: “¿Después vamos a comer, no?”.
El arquero del equipo rival, con reluciente buzo de arquero profesional, empezó a putear al referí y a gritar que el partido estaba arreglado. Iban 10 a 1 y el tipo insistía en que el partido de papi fútbol estaba arreglado. Me dio mucha lástima –de verdad– el hijito de ese arquero. Estaba sentado junto a mí en la tribuna, mirando a su padre desencajado, acusando al referí de corrupto, al partido de arreglado y al equipo de mi hermano de tramposo. Después de haberse comido diez goles. No uno dudoso. No uno producto de un discutible penal. No; diez goles claros, limpísimos, irrefutables.
El partido terminó 15 a 2, y este fue mi humildísimo análisis de un partido jugado por un equipo que se conoce y que se quiere desde hace 28 años.
Estas cosas no salen en el Olé, ni en la sección de deportes de los diarios. Pero deberían… Deberían.
Yo no grité ningún gol. No se gritan los goles en un partido de papi, mucho menos cuando son quince, y muchísimo menos cuando estás sentado al lado del hijito de un pelotudo al que sólo le faltaba exigir un antidóping, simplemente porque estaba perdiendo ante un equipo invencible.
Pero el corazón me quedó afónico.
Buenas tardes.
45 comentarios:
La ultima vez que te lei debe haber sido en alguna humor en la década del 90, no perdiste las mañas.
Este post debe estar arreglado: no podés escribir tan bien.
Bonito y emotivo relato, don Lacanna...ahora, odio admitirlo, pero pensé que en algún momento su hermano lo llevaría al campo de juego. Se ve que lo quiere mucho y le evitó la posibilidad de la cuadriplejia XD
Los partidos con gente que se conoce hace tanto es algo que uno debe disfrutar. Como bien dijo, es como enfrentar a los Avengers con una gomera (ya va esto a frases de cabecera)
Sabe muy bien que es un gusto leerlo. Voy echando las pelotitas en el pelotero?
No te había leído en Humor, básicamente porque estaba muy ocupado jugando a la pelota.
Pero... muy bueno. Me alegró la tarde haberlo leído.
Si escribir fuese un deporte, te elijo en el pan y queso, te doy la 10, la cinta de capitán y te pondría el apodo de "barrilete cósmico".
Como mina futbolera que soy, después de leer este relato todo lo que me sale decir es:
-Ay, Lacanna escribe y a mi se me afloja el elástico de las medias!-
Salú
Que bien que escribís Marcelo. No es la primera vez que me hacés emocionar, leyendo algo que escribiste sobre tu hermano. Escribís y lográs que el que está leyendo sienta. Nada más importa. Igualmente, le doy la derecha a UnSer, y redoblo la apuesta, todos los comentarios los arreglaste con nosotros, se sabe.
Este relato está arreglado.
¿Estoy mal si de rompe y raje comienzo a pedir a gritos "OOOOTRO OOOTRO OOOTRO OOOTRO"?
Qué belleza como escribe usted, señor Lacanna, un orgullo debe sentirse formar parte de una familia como la suya, y envidio esa otra familia de su hermano la que tiene más años que cualquier matrimonio promedio. Sigan así, ambos.
Con su permiso, voy a compartir este blog con mi equipo Disléxicos Cútbol Flub. Será inspirador.
Yo nunca te había leido..(por que no te quedás quieto).Para expresarme bien,nunca había leido nada de lo que escribiste.Y despues de esto,lo que me queda es unas ganas inmensas de quebrarte los dedos......de envidia nomás!!. Realmente te felicito. Por favor escribí la obra que me quiero ganar una Ace antes de los 60 .Un abrazo.!!!
Aplauso, medalla y beso.
Besos agradecidos.
Que maravilloso es volver a leerte!!!!, me emociona, me mato de risa y como siempre me llena de orgullo. Por favor no dejes de escribir.
Que emoción ver en mi Google Reader que hay un nuevo post en este blog.
Para los que lo seguimos desde la época de Sex Humor, esto es agua en el desierto.
Y entre los comentarios se pueden leer varios "que bien que escribís". ¡Y claro! ¿No sabés? ¡Tiene un libro el tipo!
Muchas gracias y me sumo al "otro, otRO, OTRO!"
Me acuerdo que una vez Claudio me contó de ese torneo. Yo no entendía bien como alguien que disfruta tanto del fútbol no era hincha de ningún cuadro. Y me explicó eso de que la familia no le prestaba atención y de los Popeyes. Me lo contó hablándome de vos. Porque ustedes son distintos muy. Pero cada vez que uno habla del otro (y ahora los comparo, porque usaron el mismo tema como referencia) lo que se nota, mucho más que las diferencias es una cosa que tienen en común: cuánto se quieren. Pone la piel de gallina. Vos lo escribiste de una manera genial, y él con su comentario, también. Piel de gallina.
Los mejores partidos se juegan en el barrio y siempre hay un pelotudo, que cuando le hacen sombra se pone a gritar.
No te habia leido nunca, voy a volver por acá.
Saludos!
Nanita.
Excelente. Simplemente excelente.
Gracias, gracias, gracias por volver!!!
Querido amigo, me hago eco de todo lo antedicho, sos crá escribiendo y plasmando sentimientos y emociones como pocos .
Cuando se los lee o escucha hablar el uno del otro, no son los "Hermanos Macana"son los "Hermanos Corsos", sin ser gemelos, si se me permite la comparación.
Abrazo²!
Uno podría intuir, por como suelen suceder las cosas en el fútbol, que en algún momento del relato, Ud. se violentara por alguna situación. Pero claro, Ud. no es de esos. Me refiero a "los violentos del futbol". Y además, quedaría desubicado como el arquero contrario, fuera de escuadra diría, en un encuentro de este estilo. Pero lo he leído antes, y ya sé, más o menos cuando empiezo a leer que se trata de la familia, (la suya) que en algún momento me voy a emocionar. Y no falla. Y vuelve a pasar cuando su hermano aporta su devolución. Solo me apena un poco saber que pasa mucho tiempo entre un posteo y otro. Pero lo remiendo leyendo todo el blog nuevamente cada vez que publica algo. Quería decirle que le admiro. Por como escribe, y por como siente. Y que ya voy a conseguir su libro. No pierdo las esperanzas. Ah, me olvidaba. Acá dicen que Ud. arregló los comentarios. Conmigo no, Lacanna. Conmigo, NO.
Hace muchos años, leerte fue un refugio. Ahora, es algo mucho más ameno, casi como llegar a un hogar. Fue un lindo guiño del destino poder contarte mi historia una noche, que recordaras que nada de lo que hacemos es en vano y que todo lo que hacemos, se enreda en la vida de los otros, más allá de nuestro conocimiento. Eso debe ser lo más fascinante de ser autor.
Un golazo de mitad de cancha, este relato del deporte de vivir.
Nos vemos en la radio.
PD: Soy muy mala para recordar los cumpleaños. Felices cuatro décadas, Marce.
simplemente bello. Que lindo es reconocer, admirar y estar orgulloso a través de la historia de vida. gracias por compartir. saludos!
Me encantó! Muy dolinesco.
cla clap clap (aplausos cerrados) nada mas
Ay por que tenemos q esperar tanto para leer estas genialidades. Paso por todos los estados desde el llanto de emocion hasta la carcajada! Gracias!
(Shhh... no le metan bulla al pescau que se borra y no escribe hasta que muera el nuevo y reencarnado Herbert Lom).
Cuánto amor hay en este relato
Nunca me van a alcanzar las palabras para describir cuánto admiro su manera de expresar los sentimientos, lo cotidiano, el amor por su familia, sus valores. Un lujo leerlo, siempre.
Muy bueno Marce. Me dieron ganas de estar en la cancha, con eso te digo todo.
Saludo!
no estaba muerto, estaba de parranda!!!
Excelente el relato y mejor aun la idea que expresa; cuanto gil dando vuelta que malinterpreta o (directamente) desconoce el verdadero valor del futbol!
Por otra parte, me animo al desafio; mi equipo no tiene tantos años compartidos por una simple necesidad logica (15 años, no 28). Sin embargo, nos veo con alguna chance de ganar.
Sr. hermano de Lacanna, si tienen ganas, hay equipo...
Menos mal que en el papi puede haber empate. Si no fuera así, cada vez que se cruzasen dos equipos con igual cantidad de años de jugar juntos y quererse se produciría una paradoja insoluble del espacio tiempo, con todas las consecuencias catastóficas que tan bien explicó el doc. E. Brown en Volver al futuro. O quizás no pasaría nada...también lo contempló como posibilidad.
Gracias por el relato, maestro. Tomese el tiempo que quiera entre las publicaciones. Prefiero eso a los que se la pasan publicando cualquier pavada con tal de no perder ritmo.
Excelente relato Marce, tremendo. Para los que estábamos en cancha fue un honor tenerte como espectador y que, posteriormente, nos regales semejante tributo desde tus palabras. Sintetizaste de modo correcto nuestro sentimiento genuino y perdurable. Emocionante.
Cada vez que usté se despacha con uno de estos textos, a razón de uno por año, me embargan diversas emociones.
Por un lado ansia de leerlo rápidamente. Luego necesidad de no precipitarme y esperar el momento de calma y soledad para disfrutarlo. Una profunda admiración y goce en el momento mismo del disfrute literario. Satisfacción y plenitud al acabarlo. Nostalgia al saber que no podré leerlo nuevamente por primera vez. Y finalmente, desesperanza por saber que tiene ese increíble talento y sólo nos lo entrega en estas dosis homeopáticas.
Un abrazo fraternal, Lacanna, se lo extraña.
elBruche
(No sé ni cual era el usuario y password para escribir con mi nick, pero usté me conoce Lacanna)
Uno lee estos posts y siente que conoce un poco ala familia Lacanna. Hay algo que no se puede discutir y eso es el orgullo y amor que sienten entre ustedes.
Un gusto que vuelva a escribir, Marcelo.
Me emocionó el relato de un hecho futbolístico pero más me emocionó la admiración y el amor que se percibe en la relación con tu hermano.
Dolinesco, Sacheriano...Lacanniano.
Me alegra volver a leerte.
Ha captado Ud, el espíritu de ese juego maravillosos que es el fútbol. Los bestias que nos pasamos de rosca durante algún partido solemos poner excusas, antes que analizar el por qué de nuestras acciones, y siempre demostramos estupidez.
Su texto será compartido y recomendado entre amigos, que por supuesto, le pegan mal a la pelota, pero saben organizar asados.
Este post está arreglado... No podés seguir escribiendo tan bien.. (No me queda más que repetir el comentario de Servidor).
Desde el mismo lugar en el que nunca te dejé de admirar: gracias por esta vuelta Marcelo. Ojalá se dé mas seguido: Esperando que Sí.
Es increíble, más allá de la capacidad de relato increíble que te inunda, cuanto se quiere a un hermano menor. Me pasa lo mismo con el mío y es la sensación de cercanía lo que más me emociona en este relato. Gracias Marcelo. Que Claudito siga siendo afortunado con toda esa hermandad en comunión, y vos también. Porque a Claudio lo escuché hablar de vos, y es lo mismo. Abrazo.
Es increíble, más allá de la capacidad de relato increíble que te inunda, cuanto se quiere a un hermano menor. Me pasa lo mismo con el mío y es la sensación de cercanía lo que más me emociona en este relato. Gracias Marcelo. Que Claudito siga siendo afortunado con toda esa hermandad en comunión, y vos también. Porque a Claudio lo escuché hablar de vos, y es lo mismo. Abrazo.
Esta noche, cueste lo que cueste, esta noche tenemo' que ganar.
Quizá Mercurio, el de los pies alados, haya tenido un gesto dejándote una pluma bajo la almohada, allá por tus 16 años.
El pelotudo sabía que algo había sido arreglado, pero nunca sospechó que había sido una decisión olímpica.
Me encantó.
Cada vez que leo esta y otras notas, no dejo de lamentarme porqué no lo hacés más seguido. A pesar de la publicidad de Facebook, yo tengo en ustedes a dos amigos maravillosos e incondicionales, los adoro!!
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